Una mirada, un gesto, una sonrisa…cosas tan pequeñas, tan insignificantes que te hacen sentir tanto. Pues ya lo dijo Antoine de Saint-Exupéry en El principito, “los pequeños detalles hacen que la vida sea interesante”.
Una experiencia como esta hace que veas la vida de otra manera, con otros ojos, con otra perspectiva, pero ¿realmente es necesario vivir una experiencia así para darse cuenta de ciertos detalles de la vida? No lo se, lo que si se es que me abierto esa otra ventana antes solamente imaginaba y no tenía muy clara.
Me fijado en la gente de este país, los he analizado todo lo minuciosamente que he podido, he reflexionado sobre ello y ahora las conclusiones parecen que afloran. Todo lo que el primer día carecía de sentido para mi, ahora adquirido un equilibrio y esa incomprensión era fruto simplemente del desconocimiento de la sociedad.
Esta semana, termina el ramadán y con ello un periodo dicho periodo esta haciendo aprender mucho sobre la cultura musulmana, sobre sus creencias, sobre su forma de ver y hacer las cosas, sobre todas esas incógnitas que muchas veces llevan a la farsa y a la incomprensión. No se conoce una cultura hasta que no se convive con ella. Este periodo termina justamente con la luna y se duda entre si terminara el viernes 10 o el sábado 11 por lo que hay que estar atentos por lo que pueda pasar. Toda la gente ha comenzado el ritual de preparación para tan esperado día, desde los mejores trajes, hasta los más diversos y sorprendentes peinados para la ocasión. Niño@s y mayores preparan esta fiesta con gran ilusión y devoción.
El tiempo se va agotando, queda menos de una semana de trabajo y uno empieza a sentir la morriña de esa gente que dejamos en nuestro país, pero algo por dentro de mi me mueve, me mueve a seguir viviendo experiencias como esta, a conocer gente como la que he conocido, gente con un corazón inmenso, gente con la cual uno se sentía muy cómodo.
Echare de menos a Maisha y su paciencia para conseguir entendernos, largas noches hablando mucho y comprendiendo un poco. A Ndiaga y todas las risas que hemos tenido a costa de cualquier cosa. A Soda y su lentitud para lavarnos la ropa. A Mansey y ese “Pule o Biang” (pollo o vaca) que todas las noches escuchábamos a la hora de la cena. A Cherif y su “yo comprend” cuando no se había enterado realmente de nada. A todos los niños que no se cansaban de jugar con nosotros y de tocarnos el pelo sorprendidos por nuestros rasgos. A Califa y las infinitas excusas por las cuales no había regado. A Omar, ese pequeño gran hombre que nos enseño tanto de esta cultura y de lo que es vivir al pie del cañón. A Lamarrana este artista que debería escribir un libro sobre el y sobre su enorme amabilidad a la hora de cedernos sin ningún reparo su cama. A Fayer ese pequeño e intrépido empresario y su intento de ecoturismo enfrentándose a una gran empresa del sector, pero el jugaba con el factor de conocer el terreno. A Amanda, esa vendedora con la cual me pase más de dos horas riendo para comprarla algo. A Ousein y su popularidad en cualquier parte de Senegal. A Jariya y a Mam por las risas en su boutique. A Lai y su increíble forma de cortar la carne mientras baila. A Pildorin, esa personilla que trabajaba en el consulado y que todavía me pregunto que será de el. A Ana y Eneco por cedernos su colchón hinchable, el cual terminaba siempre desinflado y su salón para dormir mas de una noche. A es@s tenderos que poco a poco nos iban enseñando palabras en Wolof. A toda esa gente cuyo nombre olvide, no por dejadez sino por imposibilidad de almacenamiento, pero que en mi cabeza quedan sus caras y lo compartido con ell@s….Los echaremos de menos, pero también aprovechare el tiempo que nos queda con ellos y quien sabe, quizás vuelvamos aquí en futuros viajes, al fin y al cabo casa y plato no nos van a faltar.
Sergio; que decir de el, mi compañero de incansables viajes por este país, esa persona que cuando llegue aquí no conocía apenas de nada y ahora lo considero mi amigo. Nos apoyamos cuando pasamos un mal momento y compartimos cuando pasamos uno bueno.
Bueno no es la hora de ponerse melancólico, simplemente de recordar y agradecer a todas esas personas que han hecho que esta experiencia sea inolvidable para mi. Todos los de aquí y todos los de allí. Y todavía queda una semana de trabajo y luego una semana viajando por este país, ya menos desconocido que el primer día, con otra de las personas que siempre ha estado ahí al pie del cañón tanto en los momentos buenos como en los malos y a la cual tengo unas ganas locas de ver. J