El domingo fue un día de cansancio acumulado, caminar, observar, apreciar, empaparnos…..de un sitio tan tranquilo, como es la isla de Ometepe, cojer un ferry y llegar a un sitio con tanto movimiento como Granada, una ciudad colonial que tenía más rasgos andaluces que el estadio del Sevilla. Desde catedrales hasta carros con caballos vamos pura y duramente Al Andaluz.
Después de pasar la mañana paseando por la ciudad, por sus calles, sus rincones, sus tiendas y su mercado, que por cierto fue increíble entrar allí cerrar los ojos, escuchar las voces, sentir los olores y adivinar de que era cada cosa o de que provenía. Me recordó muchísimo a la película del perfume, tanto en tan poco.
Paseamos por la plaza y nos encontramos un canario llamado Amado, vendiendo pulseras, que estaba recorriendo con su furgoneta, desde Panamá hasta México con Miranda ( su furgoneta Volkswagen de las antiguas). Nos contó mil historias, aventuras y demás, la verdad es que me transmitió mucho en poco tiempo y acabo de ver su blog de internet y bufffffffffffff.
Luego marchamos al gran lago de Nicaragua a comer un pescado enterito y dimos un paseo en barcaza por las 374 isletas que tiene el lago, la verdad es que pagar en España 240000€ por un piso y ver que aquí una isleta de 300 metros cuadrados te cuesta 300000€ te dan ganas de dejarlo todo, venirte a una isleta de estas, poner tu huertecito, una vaca y un par de gallinas y a vivir. ¿Qué bohemio verdad? Jajaja.
De vuelta nos paramos a ver uno de los atardeceres más simbólicos de mi vida (con el consentimiento de los del mirador de San Nicolás en Granada), en un cerro lleno de pasto con el sol y las montañas enrojeciendo el cielo.