19 de abril de 2010

Poneloya

Este fin de semana he disfrutado de lo lindo. Visitamos León una de las ciudades que más me encandilaron en el viaje interior. Ciudad revolucionaria, de levantamiento de estudiantes, de colonización española y de gente amable y cordial..

Nada cambio desde el año pasado, la increíble catedral, la casa de Rubén Dario, su tumba, sus murales expositivos de la revolución, sus calles llenas de vida, su turismo constante, sus vendedores ambulantes…..En esta ciudad te puedes encontrar de todo. Pasee por sus avenidas, visite algún que otro templo, saboree su esencia y sude. Eso si ha cambiado desde el año pasado, un calor sofocante, de mil demonios, humedad alta, temperatura más alta todavía, el agua se calentaba con solo mirarla, pero logramos encontrar un bar donde tomar una granizada de vainilla que empalagaba demasiado, pero que refrescaba mucho más. Intentamos ir a la cárcel 21 del general Somoza, pero por desgracia estaba cerrada, un sitio donde el año pasado quedamos locos por la dureza de sus historia durante la larga dictadura que sufrió este país a manos de este asesino.

Por la tarde sin más a la playa de Poneloya, un lugar mágico donde el atardecer hace que el cielo se coloree de rojo, donde la arena es volcánica, donde el mar se embravece y no te deja salir de el. Eso fue lo que nos paso a Marisa, Solana y a mi, que entramos en el mar, pasamos la barrera de las olas y disfrutamos del baño hasta la hora de salir, entonces fue cuando las olas nos revolvieron, no nos dejaban nadar, nos mareaban constantemente, trague agua, sal, arena….. Pase verdaderos momentos de miedo, pensando que no saldría de allí (es lo que tiene lo que no somos de mar), pero al final con mucho esfuerzo y paciencia lo conseguimos. Llegamos rendidos a la playa ¿y que aprendimos de esto? Que con la madre mar, cuando está embravecida no se juega. En está playa el pacífico no hace honor a su nombre

Vimos su atardecer, y por la noche junto al mar bebimos flor de caña, cantamos, reimos y por supuesto enseñamos el culo a la luna por eso de la buena suerte.

Este lugar es impresionante, sus casitas de madera al lado del mar, la tranquilidad de una playa poco turística y lo que es mejor, poco tocada por el ser humano. Ha sido un fin de semana corto pero de grandes momentos para reflexionar, para reir, para charlar y sobre todo para descansar y dormir junto al mar.




Mural revolucionario



Atardecer colorido en Poneloya




4 comentarios:

  1. Hola Jota me alegro de todo lo que estas viviendo y recordando otra vez en Nicaragua. muchos besos desde extremadura.
    Cuidate, aprende y disfruta!!!!

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  2. niño ten cuidadin con el mar que dicen es muy traicionero y te queremos de regreso a casa sano y salvo,vaya atardecer tiene que ser una pasada un abrazo

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  3. "El camino es el que nos enseña la mejor forma de llegar y nos enriquece mientras lo estamos cruzando"

    De todos las historias que has escrito me quedo con esta...
    Por cierto, ¿tú miedo?, no me lo creo. Tuviste que sentir algo fuerte, en fin, la moraleja de esto creo que te queda claro, no?jeje
    Un abrzote mu fuerte

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  4. Es una soberbia pasada esa foto. Esa imagen, dice todo de la paz, de la bravura de la mar, de su brusqedad, pero, también de su infinita belleza.Cuando la mar, deja sentir su sonido y furia, es una subida de adrenalina, el envolverte en sus aguas. Es un espectáculo, digno de ser vivido. Suerte la vuestra, de un atardecer, de las mil y una noches.Saludos de Pedro

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